Un buen lugar para guardar tu tesoro
Experimenta: ¿Dónde hubieras guardado tú el tesoro mencionado hoy?
El abuelo Ramón mostró a su nieta el colchón nuevo que acababa de conseguir. Tenía un cierre alrededor de una de las esquinas y adentro había un espacio especial acojinado, para guardar dinero o cualquier cosa de valor. Pensaba que así, aun dormido, podría cuidar lo que guardara ahí. ¿Quién se atrevería a robarle, si él dormía sobre sus objetos valiosos? La nieta creció; un día sugirió al abuelo que llevaran todos sus ahorros al banco recién inaugurado en el pueblo. Pero el abuelo se negó. «Ese lugar no es seguro para guardar los ahorros de toda una vida», argumentó. Meses más tarde la nieta le regaló una caja fuerte para que protegiera todo eso que él guardaba como su más grande tesoro. Una vez más el abuelo se negó.
El tiempo pasó. Una noche, mientras el abuelo dormía profundamente, escuchó que llamaban con desesperación a la puerta de su casa. Adormilado, se incorporó. Al bajar los pies sintió que los sumergía en agua. No comprendía qué sucedía hasta que escuchó los gritos desesperados: «¡Señor Ramón, salga inmediatamente, el río se desbordó y nos estamos inundando!». Al notar que el agua le rebasaba las rodillas, obedeció la orden, salió y huyó calle arriba con los demás vecinos. Al amanecer, desde lo alto de la montaña, pudieron ver cómo la corriente del río se había llevado sus casas con todas sus pertenencias.
¿El colchón del abuelo Ramón? ¿El tesoro que guardaba dentro, ahorrado con esfuerzos? Se fueron con la corriente de agua y él nada pudo hacer. Sentado sobre una piedra se preguntó dónde debió haber guardado su dinero. Entonces recordó que no hay un lugar 100% seguro para guardar los tesoros en este mundo.
Seguramente por eso Jesús recomienda que nos preocupemos más por hacer tesoros en el cielo, porque bajo su cuidado, dichos tesoros serán tuyos por la eternidad.
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