Un geco adherido a un cristal
Experimenta: ¿Has visto alguna vez un geco? Si encuentras alguno, mira bien sus patas.
En una tienda de mascotas exhibían, dentro de una pecera de vidrio, una especie de lagartija con manchas bastante llamativas. Era un geco. Llamó mi atención cómo caminaba por las paredes y el techo de su casa de cristal sin caerse. Observé cómo sus patas se adherían a la superficie lisa del cristal como si tuvieran pegamento, permitiéndole avanzar sin ninguna dificultad. Tiene los dedos de las patas cubiertas con millones de pelos, llamados setas, con mil terminaciones que tienen, a su vez, millones de microespátulas, o nanopelos, en la punta. Un geco no se cae del cristal aunque se ponga de cabeza, porque en cada pata tiene cuatro mil millones de espátulas, aproximadamente. ¡Asombroso!
Al acercar una pata a cualquier superficie, los millones de microespátulas Crean atracciones moleculares muy débiles, a lo que se llama interacciones de Van der Waals. Así el geco puede permanecer adherido a una superficie temporalmente, ya que en cuanto cambia el ángulo de posición, la atracción molecular se acaba. Además, los millones de espátulas interactúan con las nanopartículas de vapor de agua que hay en el ambiente, lo cual ayuda a crear esa fuerza adhesiva única en sus patas.
Este animal ha servido de inspiración para construir robots que han resultado útiles para ingresar a túneles u otros lugares de difícil acceso, ya sea para rescatar personas, extraer algún material o inclusive vigilar un sitio.
Ojalá contáramos con algo parecido que nos sirviera para adherirnos a Cristo Jesús por siempre. Cada vez que oras y lees tu Biblia se activan pequeñas «espátulas», las cuales hacen que te «pegues» a Jesús y nada ni nadie puede arrancarte de su lado. Solamente así estarás a salvo. Cuando logres adherirte a él, dile que quieres quedarte para siempre, que te cuide y te proteja. Verás que a Jesús le agradará que te adhieras a él como geco a un cristal.
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