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sábado, 31 de enero de 2015

Matutina de Adultos: Enero 31, 2015

Sola Scriptura


«No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios». (Mateo 4: 4)



Las reuniones del Congreso de la Asociación General de 1909 se llevaron a cabo del jueves 13 de mayo al domingo 6 de junio. Elena White tenía entonces 82 años. Posiblemente, intuía que aquella sería su última comparecencia en un congreso mundial. W. A. Spicer, secretario de la Asociación General, describe así las palabras de despedida de la señora White el día de la clausura: « Tomó la Biblia de la cual había leído, la abrió y la sostuvo sobre sus manos extendidas que temblaban por la edad. Entonces exhortó: “Hermanos y hermanas, os recomiendo este Libro”. Sin otra palabra cerró el libro, y se retiró de la plataforma. Fue su último pronunciamiento oral en la asamblea mundial de la Iglesia Adventista» (The Spirit of prophecy in the Advent Movement, pág. 30).

                Elena White deja constancia de la autoridad suprema de la Biblia en la iglesia de Dios: «Pero Dios tendrá en la tierra un pueblo que sostendrá la Biblia y la Biblia sola, como piedra de toque de todas las doctrinas y base de todas las reformas. Ni las opiniones de los sabios, ni las deducciones de la ciencia, ni los credos o decisiones de concilios tan numerosos y discordantes como lo son las iglesias que representan, ni la voz de las mayorías, nada de esto debe ser considerado como evidencia a favor o en contra de cualquier punto de fe religiosa. Antes de aceptar cualquier doctrina o precepto debemos cerciorarnos de si está autorizado por un categórico “Así dice Jehová”» (El conflicto de los siglos, pág. 581).

                Martín Lutero y los primeros reformadores se levantaron contra los abusos de la Iglesia Católica de aquel tiempo, concediendo a las Sagradas Escrituras un papel crítico frente a tales arbitrariedades dogmáticas y de costumbres. Así nació el principio evangélico de Sola Scriptura, es decir, la Biblia es nuestra única regla de fe y costumbres, frente a la tradición considerada por los católicos como fuente subsidiaria de revelación. El principio Sola Scriptura sigue siendo sostenido y defendido por el pueblo de Dios: «En su palabra, Dios comunicó a los hombres el conocimiento necesario para la salvación. Las Santas Escrituras deben ser aceptadas como dotadas de autoridad absoluta y como revelación infalible de su voluntad. Constituyen la reglas del carácter; nos revelan doctrinas, y son la piedra de toque de la experiencia religiosa» (ibíd., pág. 10).

                ¿Tienes una Biblia? Comprométete a estudiarla todos los días. Muchos de tus hermanos de otras épocas dieron su vida por este santo libro.

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