Embajadores de Cristo
“Así que somos embajadores de Cristo” (2 Corintios 5: 20).
Tengo un secreto que garantiza el éxito. Desearía que alguien hubiera compartido este secreto conmigo cuando yo tenía tu edad. Cuando termines de leer esta página conocerás mi secreto, pero primero quiero relatarte una historia.
Emma se crió en un pueblo de Arkansas, Estados Unidos; se sentía más cómoda en un carro de heno que en una sala con gente. Al terminar la secundaria asistió a la Universidad de Oklahoma, donde se enamoró de Samuel, un estudiante de Derecho. Él vio más allá de la timidez de Emma, vio su belleza interior, y se casaron
Samuel tenía grandes ambiciones. Soñaba con dedicarse a la política. Unos años después fue designado ayudante del embajador en Francia, y la pareja se mudó a París. La vida social en Francia atemorizaba a Emma, porque era tímida. Como esposa de un miembro de la embajada de los Estados Unidos, ella también era como una embajadora de su país. ¿Cómo haría para poder sobrevivir a tantas cenas y recepciones? ¿Sobre qué podría conversar? No tenía nada que decir que valiera la pena.
Un día, una mujer muy sabia la llevó aparte y le dijo: «Usted se siente incómoda, ¿verdad? Yo sé cómo se siente, lo recuerdo muy bien». Emma sonrió tímidamente, sin creer del todo aquellas palabras. La mujer continuó: «El secreto de una buena conversadora, y de tener éxito social no importa dónde estés, es aprender a escuchar. Así como lo oyes: aprender a escuchar. La mayoría de las personas que están aquí se sienten nerviosas y fuera de lugar».
Emma miró a su alrededor, a la multitud de invitados. « ¡Usted está bromeando!», exclamó. «Busque a las personas que se ven tan incómodas como se siente usted, y preséntese. Déjelas hablar sobre ellas mismas. Escuche sinceramente y hágales preguntas», fue el consejo. Y funcionó. Al poco tiempo el embajador se acercó a Samuel y le dijo: »Qué simpática es su esposa».Lo único que hizo Emma fue interesarse verdaderamente en las personas.
A mí también me ayuda el secreto de Emma cuando me siento en una situación incómoda. Lo que hago, lo que digo y el modo en que actúo es importante porque soy embajadora del Rey del universo. El secreto de Emma, y mío también, te puede ayudar a ser un embajador de Dios más eficaz.
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