Construyendo arcas
«Noé hizo todo tal como Dios se lo había ordenado» (Génesis 6: 22).
Mucho antes de escalar hasta aquella cueva y de haber dado aquel paseo en canoa junto a Kathy, Joel ya había tomado algunas decisiones importantes. Meses antes, el pastor de la iglesia había dado una charla durante la Semana de Oración en la cual había hablado sobre hacer planes para construir un hogar feliz. Les había contado la historia de Noé.
Dios ordenó a Noé que construyera un arca, un lugar seguro para los miembros de su familia. «Pero ¿sabían que Dios dio aquella orden a Noé veinte años antes de que naciera su primer hijo? —preguntó el pastor—. ¡Eso sí es planificar para la familia! Ustedes también están tomando decisiones hoy que afectan a la felicidad de su futura familia. Al igual que Noé, están construyendo un “arca de seguridad” para sus hijos, para la persona con la que se casarán un día».
El pastor continuó: «La mejor manera de “construir” su arca es respetándose a ustedes mismos, a los miembros del sexo opuesto, y a todas las demás personas. Consumir drogas, tener relaciones sexuales prematrimoniales, copiar en los exámenes, ser perezosos y leer todas esas historias de las revistas o ver mucha televisión donde se burlan del matrimonio y de la pureza son peligros diseñados directamente para destruir el respeto que debemos tenernos a nosotros mismos y a los demás».
Dentro de la cueva, Joel pensaba en el plan que Dios reveló a Noé con veinte años de antelación, mientras miraba fijamente la lluvia torrencial. De repente, se sobresaltó como si se hubiera quemado. Kathy le había besado en la mejilla y él se giró con cuidado hacia ella. Se ruborizó.
—No, Kathy, no debo hacerlo.
—¿Cuál es el problema? ¿No te gusto?
—Lo creas o no —dijo Joel mientras retiraba la mano de Kathy de su mejilla y la agarraba con firmeza entre sus grandes manos— precisamente por lo mucho que me gustas es por lo que no quiero besarte. Eres una buena chica, demasiado buena como para tontear con cualquier chico.
—Qué prepotente…
Los ojos de Kathy se llenaron de lágrimas y se levantó de un salto: «Sí, con cualquiera…».
Joel miró a Kathy a los ojos:
—Siéntate de nuevo y deja que te hable acerca del arca que estoy construyendo.
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