La revolución de la gracia
“Doy gracias al que me fortaleció, a Cristo Jesús, nuestro Señor, porque, teniéndome por fiel, me puso en el ministerio, habiendo yo sido antes blasfemo, perseguidor e injuriador; pero fui recibido a misericordia porque lo hice por ignorancia, en incredulidad. Y la gracia de nuestro Señor fue más abundante con la fe y el amor que es en Cristo Jesús” (1 Timoteo 1:12-14).
En realidad, el reino de Dios, el mundo mejor, empieza en el nuevo nacimiento espiritual que debe operarse en el ser humano. Todo lo que no cambie el corazón humano no podrá lograr la ruptura de